El 8 de enero el primer buque cisterna entregó unas 70.000 toneladas a la planta de la ciudad de Joetsu en la prefectura Niigata, controlada por la empresa Chubu Electric Power Co.
El precio medio del gas importado por Japón a finales de 2016 se cifraba en 7,5 dólares por MMBtu —una unidad de energía británica—. El gas ruso de la península de Sajalín —ubicada al norte de Japón— cuesta para las empresas niponas unos $7,8 por MMBtu, incluido el precio de transportación y regasificación.
Según informan varios expertos económicos, las compañías energéticas japonesas tratan de hacerse con un nicho en la reventa del gas estadounidense a otros consumidores en la región asiática.
Hoy en día las empresas niponas se benefician de la caída de los precios de gas en Estados Unidos. El desplome de los precios se vincula con el alza de extracción del gas de esquisto en EEUU, los inviernos relativamente calientes y la política de Washington que busca socavar las posiciones de Moscú en el mercado energético mundial.
Este invierno es más frío y coincide con el posible cambio de la política en EEUU rumbo al pragmatismo. Los expertos no excluyen la posibilidad de que los precios de gas pueden subir de manera tan rápida como han bajado. En dicho caso el gas ruso de Sajalín será mucho más barato que el de EEUU.
La empresa Sakhalin Energy, cuyas copropietarias son las compañías japonesas Mitsui y Mitsubishi, anualmente vende a Japón unos 408,1 MMBtu por un precio de 2.800 millones de dólares.
En realidad, los especialistas subrayan que para Tokio no tiene mucho sentido apostar solo por el gas ruso o norteamericano. Desde este punto de vista el gas ruso no es el competidor directo del gas de EEUU. Esta situación entra en la política de diversificación de la economía japonesa, que se realiza por los consorcios energéticos de esta nación asiática.