Han transcurrido ocho años, y su gestión en política interna está llena de buenas intenciones pero flacos resultados, de esperanzadoras promesas que fueron incumplidas, de medias verdades. Un epílogo que bien podría resumir su trayectoria sería el siguiente: "Sí, pero…"
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Es justo asumir que Obama capitaneó con determinación el difícil barco de la recuperación económica tras la profunda recesión de 2009. En febrero de 2009, con apenas un mes en el Ejecutivo, el "novato" Obama firmaba la Ley de Estímulo Económico que consignaba 787.000 millones de dólares para intentar paliar los destructores efectos de la falta de liquidez y de confianza en los mercados. Fueron políticas arriesgadas e impopulares, coordinadas con el entonces presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, quien por su parte bajó los tipos de interés y puso en marcha la máquina de imprimir billetes verdes. El objetivo era salvar a la banca y apuntalar al sector automotriz nacional, formado principalmente por tres grandes marcas: Ford, General Motors y Chrysler. Tuvo éxito. Sí, pero… La recuperación en términos macroeconómicos generó, sin embargo, el aumento de las desigualdades sociales y económicas, provocando que una parte importante de la sociedad estadounidense haya quedado descolgada de las reformas.
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Otro punto destacable de la trayectoria del 44º presidente ha sido la reforma sanitaria, también conocida como "Obamacare". Obama se comprometió a llevar el seguro médico a las capas de la población más desfavorecidas, las más empobrecidas. Se embarcó en un ambicioso proyecto extremadamente complejo, pese a contar con la oposición radical de las poderosas empresas aseguradoras y de los congresistas y senadores del Partido Republicano. Tras inagotables reuniones y múltiples componendas, Obama firmó en marzo de 2010 la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, una norma tan polémica y cuestionada que hasta el mismísimo Tribunal Supremo tuvo que ratificar su constitucionalidad en 2012. Sí, pero… "Si bien es cierto que logró incorporar al mercado de salud a 20 millones de personas que carecían de seguro médico, especialmente más de nueve millones de latinos, lo que es un logro indiscutible, el ritmo de crecimiento del costo de las primas de salud que en este caso a algunos les llegó a más del 120%, hace completamente insostenible este esquema de seguridad social".
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Con Obama, a pesar del color de su piel (o quizás precisamente por ello), no mejoraron las relaciones interraciales. Su presidencia vivió episodios tan lamentables como los ocurridos en Charlotte (Carolina del Norte) en septiembre de 2016, donde tuvieron que intervenir unidades de la Guardia Nacional (Ejército) para calmar la ira acumulada de miles de negros que se sentían agredidos por la actuación presuntamente violenta y desproporcionada de los agentes de policía. El racismo sigue en plena forma. No se ha superado. Hay más leyes antidiscriminación que antes pero son insuficientes. Sí, pero… El asunto es tan grave que el mismo Obama, en el discurso previamente citado, no dudó en calificarlo como una amenaza para la democracia en Estados Unidos.
Fascinante orador, amable, empático, Obama personifica la trágica historia de un político mitad idealista, mitad realista que era consciente de que las condiciones adversas se presentaban infranqueables. El "soft power" sonaba bien, aunque no ha funcionado. Sí, pero…
La Historia determinará si su legado será luminoso o no. Pero tiene pinta de que será efímero, al estilo de una estrella supernova de ésas que explosionan y lanzan fogonazos de energía y luz que se ven en casi todo el Universo, pero que posteriormente se convierten en un siniestro agujero negro al que nadie quiere y osa acercarse. Como diría William Shakespeare, mucho ruido y pocas nueces.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK