Tom Engelhard, que dirige la oficina europea de la compañía de aviones privados JetSmarter en Zúrich, explicó en una entrevista con The Independent cómo es la experiencia de volar en uno de estos aviones privados. Parece que, en este mundo de lujo, no hay límite para las excentricidades.
Por ejemplo, la empresa tuvo un cliente que tomó un vuelo de solo 20 minutos de un barrio de Londres a otro para pasar tiempo con su hijo.
Cuando se trata de la comida a bordo, cualquier solicitud es realizable, desde un McDonald's a restaurantes con varias estrellas Michelin.
"Es posible pedir langosta u ostras, o dulces de una pastelería específica de París. No queremos poner límites a nuestros clientes en nada, siempre y cuando sea posible en el tiempo que nos proporcionen. No es raro recibir pedidos de comida de restaurantes concretos", explica Engelhard.
Según el empresario, cumplen cualquier deseo siempre que sea legal. Por ejemplo, alguna vez ha habido clientes que han pedido mantas y almohadas especiales hechas con un 100% de cachemira. También en una ocasión llenaron un avión de la compañía con azucenas blancas de Casablanca —un tipo de flor—, simplemente porque un pasajero lo pidió.
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"Las restricciones tienen menos que ver con los deseos que con las leyes y reglamentos. Se puede tener un violinista a bordo, siempre y cuando haya espacio para él. ¿Se puede llevar a una mascota como una pitón, un pingüino o una tarántula en el avión? Las mascotas poco comunes no son un problema, siempre que sea legal poseerlas y no haya restricciones en el país de origen o de llegada", concluye Engelhard.