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No obstante, prosigue, el supuesto alejamiento del presidente ruso, Vladímir Putin, de los "valores liberales" no debería haberle convertido en una amenaza a EEUU: Washington sigue cooperando con "un montón de otros gobiernos y líderes", que han manifestado su "escaso respeto a los derechos humanos". Entre ellos están los monarcas saudíes, "el nuevo faraón egipcio", el general Abdelfatah al Sisi, y el "aspirante a sultán", Recep Tayyip Erdogan.
"Rusia no está involucrada en la lucha ideológica con EEUU. […] Mientras que la URSS planteaba un desafío ideológico", expresa Bandow.
Además, "ignorar los intereses balcánicos de Moscú, desmantelar a su amigos eslavo Serbia, expandir la OTAN hacia las fronteras de Rusia y tratar de derrocar al régimen de Asad no son actos amistosos".
Asimismo, agrega Bandow, no existe evidencia de que Putin intente restablecer la URSS.
"Nada sugiere que Moscú quiera ir a la guerra con EEUU", enfatiza.
Además, las medidas tomadas por el Kremlin en Georgia o Ucrania no plantean ninguna amenaza para la seguridad nacional de EEUU o Europa, asegura el experto.
"Washington no debe permitir que sus simpatías humanitarias dicten el rumbo de su política de seguridad, sobre todo en el conflicto sirio", afirma.
Hablando sobre la supuesta intervención de Rusia en los resultados de las elecciones presidenciales en EEUU, el autor admite que los funcionarios en Washington, que" habitualmente interfieren en las elecciones" de otros países, "carecen de toda credibilidad fingiéndose impactados al darse cuenta de que otra nación podría haber hecho lo mismo".
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De esta manera, Mitt Romney estaba equivocado acerca de Rusia en 2012 y sigue equivocado hoy, añade. Por lo tanto, la política de Washington hacia Rusia requiere de un "ajusto genuino", mientras que las autoridades estadounidenses deben darse cuenta de que "un choque de intereses no genera enemigos".
"Los funcionarios de EEUU deben dejar de buscar nuevos adversarios", concluye.