Además, los científicos tomaron tres materiales —asteroide de basalto, aire estático y agua estática— como base de las simulaciones e investigaron cómo la energía cinética de un asteroide se transfiere a la atmósfera y al océano.
No obstante, según los expertos, las ondas de choque en la atmósfera y el agua, además de la fuerza del viento en la superficie del agua, impedirían la creación de una onda expansiva. Una explosión en el aire rompería el asteroide y provocaría que se deslizase por la superficie en lugar de golpearla. No obstante, argumentan, el impacto de un asteroide sobre la Tierra crearía olas de enorme magnitud.
"El agua se precipitaría en el cráter formando un chorro de agua que podría tener varios kilómetros de altura. Todas estas olas tendrían el potencial suficiente para convertirse en un tsunami", apuntan los investigadores.
Algunos expertos afirman que los humanos no estamos preparados para el impacto producido por la caída de un asteroide y, en caso de que uno se dirija hacia la Tierra, no hay mucho que podamos hacer para prevenir una catástrofe planetaria. El único remedio, según la NASA, es crear un cohete interceptor.