En cuestión de segundos, más del 40% del territorio de la entonces república soviética, fue fuertemente golpeado por el sismo. Tanto Spitak, como el 80% de Leninnakan —la segunda ciudad más grande de Armenia—, así como Stepanovan, Kirovakan y otras 300 localidades, sufrieron daños irreparables.
"Escuché los gritos de los vecinos y rápidamente corrí al dormitorio. Saqué a mi hijo menor de la cuna y fui a la cocina a por el mayor. Los fuertes temblores hacían imposible mantenerse de pie. Todo el edificio temblaba y pedazos de concreto negro nos caían encima. Un par de veces me golpearon en la cabeza. Si no fuera por mi hijo menor, al que cubría con mi cuerpo, y por el mayor al que literalmente arrastraba, entonces seguro que hubiese perdido el conocimiento y caído ahí mismo. Ellos me hicieron mantenerme en pie", recuerda Anait Galadzhian, sobreviviente de Kirovakan.
Según datos oficiales, medio millón de personas quedaron sin hogar, 25.000 fallecieron y 140.000 quedaron inválidos. 250.000 menores perdieron sus escuelas y círculos infantiles. Fueron totalmente destruidos 416 establecimientos de salud, 391 bibliotecas, 349 entidades culturales, 230 industrias.
"En aquel 1988 tenía solo 13 años y a esa edad los recuerdos quedan grabados en la memoria y no se pueden borrar más. Cientos de niños quedaron bajos los escombros de nuestra escuela y hoy parece un milagro que tanto yo, como otros niños sobreviviéramos. (…) Salí con mi hermana de 7 años y su compañera de clase de la mano y nos dirigimos a casa de nuestro abuelo, que resistió el sismo, aunque nadie se sentía seguro y preferían permanecer a la intemperie", contó a Sputnik Armenui Mjoyan.
"Recuerdo la ciudad de Leninakan en la noche del 7 de diciembre de 1988. El resplandor color carmesí de las fogatas hacía visibles las figuras humanas en la oscuridad. Hombres y mujeres, niños y ancianos, envueltos en mantas, de pie o sentados sobre lo que encontraran", recordaba el entonces secretario del Comité Central del Partido Comunista de Armenia, Suren Arutiunian.










A 20 años de aquellos trágicos sucesos, el 7 diciembre de 2008 en el centro de la ciudad de Gyumrí se inauguró un monumento erigido con fondos procedentes de todo el mundo. "A las víctimas inocentes, a los corazones piadosos", dice la inscripción al pie del monolito.
La ciudad de Spitak también ha dedicado un monumento a los militares soviéticos que participaron en los rescates y en la liquidación de las consecuencias del terremoto. La escultura de bronce de 3,5 metros de altura simboliza a un simple soldado, con un niño en brazos, destacando el papel especial que jugó en aquellos horrorosos días el ejército soviético.