"Históricamente comunidades como los Chipaya, así como otros pueblos del altiplano boliviano migran no solo hacia Chile sino hacia el interior de Bolivia", dijo la autoridad.
Vásquez admitió que uno de los factores que está empujando a los pueblos indígenas a dejar sus hogares es la aguda sequía que afecta al altiplano.
Asimismo explicó que las migraciones temporales son parte de las estrategias de sobrevivencia y recordó en que en la década de 1980 y 1990, había pueblos fantasmas en las regiones afectadas por la sequía y otros fenómenos naturales.
"Los años 80 y 90 el altiplano boliviano estaba en peores condiciones, hubo comunidades enteras que desaparecieron, no había gente. Las casas estaban todas derrumbadas, pero hoy esas mismas poblaciones han vuelto a su lugar de origen", relató el Vásquez.
Remarcó que hasta hace diez años las migraciones en el campo eran definitivas, pero que ahora estas sea han hecho transitorias debido a que se han mejorado los caminos y el transporte.
Pero la falta de agua no solo se siente en esta región, es un problema nacional, declaró Vásquez, quien precisó que la gobernación de Oruro tiene previsto invertir cinco millones de dólares para ayudar a las comunidades damnificadas.
Sin embargo, advirtió, esta ayuda no servirá de nada si no llueve.
"Hay que dejar claro que la mayor fuente de agua que se tiene en el altiplano boliviano es la lluvia, no hay otra, y es un tema que preocupa, si no llueve —más allá de los trabajos preventivos que estamos realizando con resultados óptimos—, la situación puede ser grave", alertó la autoridad departamental.
Bolivia sufre las consecuencias de una sequía que afectó a 111 de los 139 municipios del país, de acuerdo con datos del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras.