La censura de Google, Facebook o Twitter son algo habitual en naciones como China, que cuenta con sus propias versiones de algunos de estos servicios o con versiones censuradas específicamente para el país. Sin embargo, la persecución de usuarios en WhatsApp o Telegram, apps de mensajería que pueden difundir información de forma rápida y segura, ha aumentado durante 2016.
"Además de restringir el acceso a los medios de comunicación social y las aplicaciones de comunicación, las autoridades estatales con frecuencia encarcelan a los usuarios por sus mensajes y el contenido de estos (…). Los usuarios de algunos países fueron puestos tras las rejas por un simple 'Me gusta' a material ofensivo en Facebook, o por no denunciar los mensajes críticos que les enviaron otros. Las ofensas que llevaron a los arrestos iban desde burlarse del perro de mascota del rey en Tailandia hasta 'propagar el ateísmo' en Arabia Saudita. El número de países donde se producen tales detenciones ha aumentado en más de un 50% desde 2013" resalta la publicación.
Por otro lado, países como Brasil o Turquía han perdido su estado como países libres entre 2015 y 2016, al recrudecer sus leyes y su control de Internet. Brasil bloqueó WhatsApp cuando la empresa no cedió datos para investigaciones criminales y Turquía ha bloqueado varias redes sociales en momentos de tensión y protestas contra el gobierno. Ambos países han tenido casos de periodistas y blogeros asesinados por hacer su trabajo.
"La censura de las imágenes —a diferencia de la palabra escrita— se ha intensificado, probablemente debido a la facilidad con la que los usuarios pueden ahora compartirlas, y el hecho de que a menudo sirven como pruebas convincentes de la mala conducta oficial", acota la publicación.
El texto concluye enumerando los beneficios de las herramientas digitales, las que han contribuido a salvar vidas en numerosas partes del planeta y hace un llamado a "los ciudadanos de todo el mundo para luchar por sus derechos".