Pequeños residentes de Mosul, que se vieron obligados a abandonar sus hogares tras el inicio de la operación, compartieron con Sputnik sus historias y comentaron lo mucho que quieren volver a casa, ir a la escuela y jugar con sus amigos.
Decenas de miles de personas siguen abandonando sus casas para escapar de la muerte en esta ciudad de Irak, entre ellos centenares de niños de familias árabes, kurdas y turcomanas.
Un corresponsal de Sputnik habló con niños que por el momento se encuentran en el campo de refugiados Hazir, en las afueras de Erbil.
A estos pequeños les cuesta acostumbrarse a nuevos lugares y siguen echando de menos su tierra natal. Junto con sus familias tuvieron que escapar de Mosul y los pueblos cercanos durante los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los extremistas de Daesh —organización terrorista proscrita en Rusia y otros países—.
La vida bajo la bandera negra de los yihadistas dejó una huella indeleble en sus almas —evitan incluso pequeñas concentraciones de gente y temen sonidos agudos, tomándolos por explosiones o ataques aéreos—.
Simor Ismail tiene 7 años. Hace unos días vino a Hazir con sus padres y 7 hermanos y hermanas.
"Estuvimos muy asustados cuando estábamos escapando de Mosul. Oíamos disparos y aviones. Mi padre nos dijo que no tuviéramos miedo, pero lloré. Mi mama lloró también", recordó la niña quien asistía al colegio en su ciudad hasta que los terroristas de Daesh cerraron todas las escuelas.
Medine Zuher de 6 años, otra niña que también huyó de Mosul, sueña con ser médica. Su hermano menor murió cuando un proyectil de la coalición antiterrorista alcanzó su casa.
"Si fuera una médica, quizás podría salvar a mi hermano Haidar", dijo la pequeña.