Las primeras protestas fueron las del gremio docente, que salió a las calles de Kiev el 1 de noviembre para pedir una serie de cambios sociales, entre ellos, un aumento en los sueldos de los profesores y la cancelación del aumento de las tarifas de los servicios públicos, informa Lenta.ru.
El personal docente está descontento por la promesa incumplida. Pero incluso si el aumento es incorporado, este sería insignificante al lado de los incrementos en las tarifas actuales de gas, agua y electricidad.
Para colmo, el Gobierno ha invitado a los profesores ucranianos a pedir subsidios de ayuda gubernamentales.
"El hecho de que un profesor tenga que pedir un subsidio es una deshonra para el Gobierno. (…) Nos dan a entender que somos mendigos, ¿y cómo puede un profesor mendigo formar el futuro del país?", señaló Alexandr Yatsun, director del Sindicato de Trabajadores de la Educación y de la Ciencia de Ucrania.
Profesores, científicos y médicos han prometido que, en caso de no ser escuchados, están dispuestos a llevar su lucha política adelante para lograr unas elecciones anticipadas.
Otro grupo de damnificados que tomó las calles es el que exige aprobar el proyecto de ley 'Sobre el estatus y la protección social de los ciudadanos afectados a consecuencia de la catástrofe de Chernóbil'.
También han protestado las personas que tenían cuentas en bancos que se han declarado en bancarrota en los últimos dos años. Estas protestas fueron las más crudas, con fuertes encontronazos entre la Policía y los participantes. Nadie, por ahora, ha tomado responsabilidad por esta catástrofe económica, y los aportantes no ven la manera de recuperar sus inversiones.
La misma situación se repite en todo el país, incluso en las regiones más leales al Gobierno actual. Esto ha puesto a los representantes gubernamentales en jaque, pues los problemas son demasiados para encontrar solución a todos, al menos en el futuro próximo, y el miedo de un nuevo Maidán está siempre presente.