En su artículo para The National Interest, Roblin pronostica que la entrada en servicio de estos sistemas en 2016 y 2017, para proteger principalmente la capital y sus alrededores, es una contramedida al despliegue de los sistemas similares estadounidenses en Europa.
Al igual que los THAAD estadounidenses, los S-500 rusos utilizarán el concepto de interceptación cinética, cuando para deshabilitar la amenaza se utiliza el impacto del propio misil y no de su onda explosiva. Se especula que el S-500 es particularmente eficaz contra los aviones furtivos, pero, a juzgar por sus capacidades técnicas disponibles, eso no será su principal objetivo.
Con un alcance vertical efectivo de 200 kilómetros, el S-500 es capaz de alcanzar misiles intercontinentales balísticos que vuelen por trayectorias orbitales, así como satélites espías o comunicacionales del enemigo que sobrevuelen la zona bajo su control. Así que, culmina el analista, el S-500 ha sido desarrollado principalmente como un sistema defensivo de largo alcance.
Los S-300 y S-400 desplegados en la región de Kaliningrado tienen ya bajo control el espacio aéreo de los países bálticos, así como gran parte de Polonia. Una batería de S-500 podría ampliar aún más la zona de exclusión aérea. El autor deja claro que si bien los cazas furtivos de la OTAN podían hasta ahora atacar los sistemas antiaéreos desde distancias seguras, los nuevos sistemas antiaéreos de largo alcance podrán cerrar esa posibilidad.