Ortega encabezó la Junta de Gobierno Sandinista (1979-1985); fue electo presidente hasta 1990; 16 años después fue electo y reelecto presidente (2007-2017); ahora a los años 71 años, logrará otra reelección este 6 de noviembre.
"Al final, construyó un proyecto personalista basado en la ambición del poder por el poder, del poder por el dinero y de dinero por el poder", sentencia Jarquín.
"Ortega es la expresión más visible de un nuevo sujeto político que es producto de la revolución popular sandinista, que trajo una ampliación significativa de derechos de los ciudadanos, sin mencionar los resultados socioeconómicos en los años 1980, dio origen a un fenómenos personalistas", sostiene.
Ese caudillismo popular es similar al peronismo en Argentina, el cardenismo en México, o el torrijismo en Panamá, reseña el autor del libro colectivo. Sin embargo, "ese empoderamiento de los excluidos de los sistemas políticos desembocó en nuevo sujeto político que se personaliza en Ortega", quien fue un rebelde comunista que pasó por las aulas de la universidad Patricio Lumumba, en Moscú.
Su liderazgo ha sufrido una metamorfosis: "Representa una perversión del proyecto fundamental de la Revolución Sandinista de los años ochenta, de orientación socialista ha sido sometido a la una profunda personalización del poder concentrado en Ortega, ahora conocido como orteguismo".
El libro abre con un consejo que le habría dado el líder cubano Fidel Castro al fallecido comandante sandinista Tomas Borge: "La recomendación de Fidel que recogemos en el libro —no importa si es cierto o no el relato de Borge—, se parece demasiado a la realidad, y su personalismo ha cumplido con el pragmatismo cubano, esto es, entenderse con los gringos, entenderse con los empresarios y no permitir elecciones libres, es la realidad actual de Cuba".
En la historia de Nicaragua es inevitable compararlo con la dictadura personalista de la familia Somoza desde los 1950 hasta 1979, "era una relación basada en la premisa de menos democracia a cambio de más seguridad anticomunista, Ortega lo ha trocado una fórmula propia, menos democracia a cambio de seguridad antinarcotráfico".
La savia de la corrupción
Una variable explicativa central de la consolidación autoritaria del régimen de Ortega es la corrupción: este esquema se ha sustentado en la cooperación petrolera de Venezuela a cambio de apoyo político y trueque de productos agrícolas. Ese flujo de fondos llegó a representar en promedio el 7% del Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua.
Si se compara el monto de ese flujo de petrodólares financiados a 25 años, al casi gratuito 1% de interés, abierto en la década de los altos precios del crudo hacia una de las economías más débiles del continente, en términos fiscales es equivalente a tres veces los ingresos totales del Canal de Panamá, ejemplifica.
Si se aplica esa fórmula a Chile, equivaldría al flujo de 20.000 millones de dólares, en México significaría inyectar 250.000 millones de dólares al año: "Así se explica la consolidación autoritaria de Ortega".
Los problemas han surgido porque el derrumbe de los precios de crudo y las penurias de Venezuela ha recortado drásticamente la cooperación.
El escándalo es que esa riqueza venezolana transferida a Nicaragua "ha sido privatizada en manos de Ortega con el consentimiento del desaparecido presidente Hugo Chávez y Nicolás Maduro después que transita fuera del presupuesto gubernamental de Nicaragua", afirma.
Las cifras de esos fondos del erario venezolano son tan gruesas que, si se descarta el monto del gasto público, el grupo empresarial en manos de Ortega es el más importante de toda Centroamérica en términos de liquidez financiera, superando a los más longevos grupos oligárquicos.
A partir de ese grotesco mecanismo de enriquecimiento personal sin contrapesos ni auditoría, Ortega comenzó a comprar medios de comunicación: "El resultado es que no existe en Nicaragua ni un solo canal de televisión independiente, apenas una radio y un periódico rebeldes", lamenta el autor.
Una fortuna de ese tipo en un país pobre como Nicaragua, le ha permito establecer una red de intereses comprometidos con el líder: "La riqueza acumulada en manos privadas gracias a los fondos públicos venezolanos suma 600 millones de dólares anuales entre siete años, calculada en más de 4.500 millones de dólares".
El personalismo y el caudillismo es un fenómeno histórico en América Latina, "pero la velocidad de la riqueza adquirida de fondos públicos, y la proporción escandalosa de acumulación en una sociedad empobrecida no tiene precedentes", dice el autor que fue líder estudiantil desde los años 1960 y sandinista de la primera hora de la revolución.
El poder de todas las instituciones del Estado en Nicaragua desemboca en la familia Ortega: "Hay una singularidad, en Nicaragua no hay distinción del poder electoral y poder judicial".
La izquierda en el poder en América Latina ha reconocido derrotas en las urnas, incluso Chávez aceptó perder un referendo en 2007, Maduro admitió la derrota en comicios por el poder legislativo; en Ecuador, Rafael Correa aceptó derrotas en Quito, Guayaquil o Cuenca; sin mencionar el Partido de los Trabajadores en Brasil, el kirchnerismo en Argentina o Evo Morales en Bolivia, que aceptó perder el referendo que abriría la puerta a su reelección, reseña.
"Las elecciones en el continente americano, incluyendo EEUU, tienen un grado de competencia e incertidumbre, y eso fue dramático con el referendo por la paz en Colombia, eso no existe en Nicaragua", reseña el líder opositor.
Su diagnóstico es el siguiente: "Ortega va a preservar en el poder en forma fraudulenta, tras eliminar a la oposición ante todos los ojos del mundo", puntualiza.