Invitar vodka a los visitantes es una vieja tradición rusa a la que también recurren los políticos de altos rangos cuando reciben a una delegación extranjera. María Zajárova no es la excepción.
Durante la visita de la comunidad patriótica polaca Kursk a la ciudad rusa de Solnechnogorsk, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores y sus huéspedes comieron kasha —desayuno típico ruso— y tomaron vodka con motivo del encuentro.
Por su parte, el jefe de la comunidad comparó la belleza de Zajárova con la de un fusil de asalto AK-47.
Después de eso, la política enseñó a los miembros de la delegación cartuchos y cascos de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial que fueron hallados en el territorio de su huerto.
La comunidad patriótica Kursk se dedica a restablecer el nombre de los soldados soviéticos, encontrar lugares para su entierro y reparar los monumentos de los liberadores en Polonia.