Se trata de Alice y Bob —los nombres que los dos modelos independientes de inteligencia artificial (IA) recibieron de sus creadores—. Estos crearon un algoritmo criptográfico propio que nadie más en este mundo conoce, así que en teoría nadie más podría decodificarlos. Para solidificar el resultado, a un tercer modelo de IA denominado Eve se le asignó la tarea de tratar de decodificar el mensaje interceptado, objetivo que nunca logró alcanzar.
Según los investigadores, el estudio fue todo un éxito para ellos, a pesar de que sus resultados fueron ambiguos. A veces Bob no pudo interpretar el mensaje de Alice; en otras ocasiones Eve mostraba como texto decodificado algo incoherente. Pero lo que sí quedó claro es que las redes neuronales crearon su propio método de cifrado sin base alguna.
El equipo de Google Brain informó que los modelos estaban mejorando sus capacidades con el tiempo, destacando al menos que son mucho mejor cifrando datos, que tratando de descifrarlos.