Skunklock está hecho de fibra de carbono y de acero y dentro tiene una cámara hueca llena de gas.
Cuando el ladrón corta la cerradura, el gas sale del hueco.
Los propios inventores y voluntarios participaron en la prueba del candado. A una distancia de 60 cm de la fuente de gas, el 99 % de los sometidos a la prueba empezaron a vomitar. Según el diario The Guardian, Idzkowski afirma que la composición química de Skunklock cumple con la legislación de 50 países, incluidos los países de la UE.
Según el inventor, la idea se le ocurrió cuando a su amigo le robaron una bicicleta eléctrica, que tenía puestos dos candados de 120 dólares cada uno.