"Todas las ciudades viven esa depresión cuando pasa la euforia de los Juegos: aquí en Río se agrava por la crisis económica y política de Brasil y por la crisis específica del Estado de Río, que es muy aguda", explicó en declaraciones a Sputnik Nóvosti el coordinador ejecutivo de la Casa Fluminense.
La situación tiene a agravarse, según Silveira, que avanza que el Ayuntamiento —que está en una situación financiera mejor— tendrá que seguir haciendo como hasta ahora y asumir la gestión de equipamientos del Estado, como hospitales y bibliotecas, para evitar que cierren.
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El encargado de gestionar este escenario será o bien el candidato del Partido Republicano de Brasil, Marcelo Crivella —de corte conservador y favorito en las encuestas— o el líder del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Marcelo Freixo.
"El próximo alcalde tendrá que revisar todas las prioridades del gasto público, Río podría dar un ejemplo a otras ciudades de cómo recaudar más sin subir los impuestos", explica Silveira, que remarca que hay margen para aumentar la recaudación acabando con las exenciones fiscales de que gozan algunas empresas y personas físicas.
Al riesgo de que finalmente aparezcan los temidos "elefantes blancos" Río tendrá que seguir trabajando para ser una ciudad menos desigual, y en este sentido juega un papel crucial la integración de los cientos de favelas, donde vive aproximadamente el 20% de los cariocas y que en muchos casos no cuentan con los servicios públicos mínimos (alcantarillado, vías accesibles, etc).
"La integración de las favelas no fue un legado de las Olimpiadas y es una pena, podría haber sido el mayor legado, el programa "Morar Carioca" (un plan municipal para urbanizar las favelas) iba hasta 2020, pero desapareció y quedó en el olvido; con el tema de los Juegos el Ayuntamiento concentró todos sus energías en eso y abandonó otros temas", lamenta Silveira, que cree que el primer desafío será colocar las favelas en la agenda.
Sin embargo, la competencia en seguridad y la Policía Militar dependen del Gobierno del Estado, lo que hace que muchas veces el Ayuntamiento haya sido omiso ante el problema, cuando en realidad también tenía mucho que aportar, cree Silveira.
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"El Ayuntamiento tiene que prevenir la violencia, identificar los factores de riesgo y las poblaciones vulnerables para anticipar el problema"; dice, remarcando que actualmente hay pocas políticas públicas dirigidas a las mujeres, los jóvenes negros o la mediación de conflictos, por ejemplo.
Para Silveira el "mayor desafío" que tiene Río de Janeiro por delante es superar los límites administrativos y empezar a pensar como una ciudad metropolitana formada por 21 municipios en la que viven 12 millones de personas.
Pone como ejemplo la construcción de la última línea de metro, la línea 4, en ocasión de los Juegos Olímpicos, que unió el acomodado barrio de Ipanema con Leblon —que tiene el metro cuadrado más caro de América Latina— y con Barra de Tijuca, sede del parque olímpico.
"Se gastaron 8.000 millones de reales (2.500 millones de dólares) en hacer solo seis estaciones: es absurdo, una visión miope de quien cree que Río es una franja costera", critica, remarcando que era prioritario mejorar la comunicación con otros municipios más pobres del área metropolitana.
La Casa Fluminense es una red de organizaciones formada por activistas e investigadores de Río de Janeiro y su área metropolitana fundada en 2013 con el objetivo de construir conjuntamente "políticas y acciones públicas que hagan de Río un lugar más justo, democrático y sostenible".