"Es el primer sistema que combina una forma de recordar a nuestros difuntos con la práctica más común de dar sepultura", indica la firma Augarten en una nota.
Después de la cremación las cenizas ricas en minerales se depositan en una cámara especial en el fondo de la urna y el recipiente puede ser utilizado como una maceta para plantar flores.
"Cuando se riega la planta, el agua circula dentro y transporta los minerales, pero las cenizas humanas no se disuelven y es que siempre quedan selladas", señala.
Con este método la firma, fundada hace 300 años, busca regresar el ritual más antiguo e importante de sepultura que con frecuencia se ignora debido a que la cremación se impone en el mundo.
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La idea pertenece al vienés Martin Steiner que patentó su invento en la Universidad de Artes Aplicadas.