Las alarmas saltaron a principios de esta semana, cuando en menos de 24 horas se encontraron seis monos capuchinos muertos y otros cinco contaminados en el barrio del Jardín Botánico, a los pies de las montañas y rodeado de selva tropical.
En un principio los vecinos pensaron que se trataba de un envenenamiento, pero los análisis del Centro de Rehabilitación de Animales Silvestres (Cras) de la Universidad Estácio de Sá descartaron esta hipótesis.
Los veterinarios de este centro creen que se trata de un herpes del tipo simiae, considerado uno de los más fuertes: transmitido a los humanos puede llevar a encefalitis —inflamación del cerebro— y en un caso extremo provocar la muerte.
Las autoridades tranquilizaron a la población informando de que la enfermedad no se transmite por el aire y solo a través de mordeduras o arañazos, por lo que se recomendó evitar el contacto con los monos hasta que se restablezca la normalidad.

