La estatua, de 31 metros de altura y ocho de pedestal, fue inaugurada el día de la patrona de Brasil, Nuestra Señora de Aparecida, en 1931, después de cinco años de obras.
La idea de la construcción, no obstante, arrancó mucho antes, en 1859, cuando el sacerdote francés Pedro Maria Boss propuso homenajear a Cristo en este "pedestal único en el mundo".
El diseño de los brazos abiertos en cruz sobre la bahía de Guanabara corresponde al escultor Paul Landowski, mientras que el ingeniero Heitor Levy se encargó del proyecto arquitectónico.
En un principio el Cristo iba a llevar una cruz en la mano izquierda y un globo terráqueo en la derecha, pero la prensa local ridiculizó el boceto llamándolo el "Cristo de la bola" y se desechó rápidamente.
Sabias que el #CristoRedentor de #Brasil fue inaugurado el 12 de octubre de 1931 después de aproximadamente cinco años de obras hace #85años pic.twitter.com/BngdWgEw5S
— Giss (@Gissela_salazar) 12 de octubre de 2016
La estatua fue protegida en 1937 por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan) y más recientemente, en 2007, fue escogida como una de las siete nuevas maravillas del mundo.
Lo visitan cada año una media de 600.000 personas.
En 2012 la Unesco lo nombró Patrimonio de la Humanidad, al incluirlo dentro del paisaje carioca que la organización destacó por su fusión entre urbanismo y naturaleza.
El propio Cristo está situado en el corazón del Parque Nacional de Tijuca, el bosque urbano más grande del mundo, y un nuevo centro de visitantes inaugurado recientemente incide en este hecho.
A pesar de que su carácter icónico y el turismo de masas le ha hecho perder algo del simbolismo religioso la Archidiócesis de Río de Janeiro sigue siendo la encargada de gestionar el monumento.
La iglesia se ha visto inmersa en numerosas polémicas relacionadas con la imagen, la más reciente cuando intentó vetar el estreno de la película "Rio eu te amo" porque incluía una escena en la que uno de los protagonistas insultaba a la estatua culpándola de sus desgracias.
Antes, en los años 80, la iglesia también vetó la participación del Cristo en un desfile de carnaval en el Sambódromo de la escuela de samba Beija Flor.
El carnavalesco Joãzinho Trinta diseñó un desfile irreverente en el que en lugar de plumas y lujo invitó a prostitutas y mendigos, que iban a ir acompañados de un gigantesco Cristo.
La iglesia prohibió que se usara su imagen así que Joãzinho Trinta lo cubrió con una gran tela negra y le colocó un cartel que rezaba: "Incluso prohibido, ora por nosotros".