"Todo el control del sistema está en manos de los norteamericanos, el Pentágono decidirá a quién y cuando defender; la población de Europa y la región Asia-Pacífico se convierte en rehén de las acciones impredecibles de EEUU en la esfera de la defensa antimisil", señaló.
Poznijir declaró que el escudo antimisiles estadounidense es una amenaza a libre uso del espacio cósmico.
"El sistema de defensa antimisiles de EEUU es una amenaza a libre uso del espacio cósmico por cualquier Estado. Debido a su capacidad antisatelital los estadounidenses rechazan cualesquiera acuerdos sobre la renuncia a desplegar armas en el espacio", dijo al añadir "dada la naturaleza global de las operaciones de las naves con misiles interceptores, EEUU será capaz de injerir en actividades relacionadas con el espacio de cualquier Estado".
Ante todo —apuntó— con su escudo antimisiles EEUU busca obtener la superioridad sobre Rusia y China, lo que podría provocar consecuencias imprevisibles.
Además, el alto mando militar ruso reconoció que las armas supersónicas de Estados Unidos constituyen una amenaza para su seguridad.
"EEUU lleva a cabo trabajos sobre las lanzaderas MK-41 para desplegar sus armas supersónicas (…) lo que representa una amenaza para la seguridad de Rusia", indicó.
El militar ruso acusó a EEUU de violar Tratado INF por los sistemas Mk-41 en Polonia y Rumanía.
"El hecho de que los sistemas de lanzamiento vertical (sistemas de Mk-41) se utilicen en tierra (en las bases en Polonia y Rumanía) es una violación del Tratado INF por EEUU", dijo.
El escudo antimisiles —aclaró— podría generar la ilusión de invulnerabilidad e impunidad que empujaría a EEUU a tomar medidas unilaterales en la solución de problemas globales, lo que a su vez bajaría el umbral para el uso de armas nucleares con tal de anticiparse al enemigo.
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Al expandir su sistema de defensa antimisiles, dijo el general, EEUU está creando un poderoso componente de ataque para poder destruir los centros de mando en China y Rusia.
El Tratado INF fue rubricado por EEUU y la URSS en 1987 y entró en vigor al año siguiente.
Las partes se comprometieron a destruir por completo sus misiles de alcance medio (de 1.000 a 5.500 kilómetros) y corto (de 500 a 1.000 kilómetros).
