Al parecer, las personas más ricas son más frecuentemente protagonistas de "actos extraordinarios de altruismo", como donar un riñón a un desconocido, por ejemplo. Un estudio realizado por estudiantes de la Universidad de Georgetown reveló que en los estados de EEUU donde las personas ganaban más dinero, el número de las donaciones de riñones era mayor.
En otra investigación realizada por Piff, el científico analizó quienes son los conductores más propensos a dejar los peatones cruzar una vía: los dueños de automóviles más costosos o los de los más baratos. Pese a la pequeña escala de su análisis, Piff descubrió que los conductores de vehículos más baratos eran dos veces más propensos a parar para los peatones.
Al parecer, los estudios que examinan el comportamiento altruista muestran resultados contradictorios, lo que nos lleva a creer que, en realidad, puede ser que ni la riqueza ni la pobreza influyan directamente en los actos de bondad de una persona, sino las características personales de cada uno.