Sin embargo, los dos mandatarios subestiman las dificultades y los desafíos que comportarán "el éxodo de cientos de miles de nuevos refugiados una vez comience la operación militar para limpiar Mosul [de terroristas]", opina el analista de The National Interest Daniel L. Davis.
Claramente, destaca el experto, la ONU "no estará preparada para atender a los cientos de miles de refugiados que se esperan una vez empiece el combate", incluso si, de la noche a la mañana, consigue recaudar los fondos necesarios.
"Es entendible que el Gobierno iraquí quiera quitarle el control de Mosul a Daesh [organización proscrita en Rusia y otros países], pero es necesario que no sean impacientes", asegura Davis. Lanzar un ataque sin estar preparados para salvaguardar a la población civil de la zona, compuesta especialmente por musulmanes suníes, podría ser un suicidio político para el Gobierno chií iraquí.
"Bagdad debe hacer todo lo que esté en su mano para ganarse la confianza de la gente, para que una nueva insurrección suní no se forme entre los enojados habitantes [de Mosul] después", explica el experto.