"Nos quedamos muy sorprendidos de que estas nanopartículas obligan a que los macrófagos ataquen a las células cancerosas en el cuerpo de un ratón. Por lo tanto, pensamos que la misma técnica podría funcionar en el tratamiento de tumores en los humanos", afirmó uno de los investigadores de la Universidad de Stanford, en EEUU, Heike Daldrup-Link.
El descubrimiento publicado en la revista Nature Nanotechnology llegó por error —los investigadores estaban desarrollando un remedio basado en las nanopartículas, el cual pudiera ayudar a las personas con anemia a aumentar el nivel de hemoglobina—. Este medicamento —el ferumoxytol— había sido aprobado por las autoridades sanitarias de EEUU, y los científicos tuvieron que determinar si tenía algunos efectos colaterales.
De esta manera, los científicos presupusieron que las nanopartículas de hierro podrían ser utilizadas en la lucha contra el cáncer. Para comprobar su idea, implantaron tumores malignos, cultivados en tubos de ensayo, en los cuerpos de tres grupos de ratones. A los roedores del primer grupo se les inyectaron las nanopartículas de hierro llenas de un medicamente contra el cáncer. Los animales del segundo grupo recibieron las nanopartículas vacías. El tercer grupo sirvió de control.
Según creen los científicos, este efecto beneficioso de las nanopartículas se debe a que los macrófagos cambian las propiedades eléctricas de las membranas de las células del sistema inmunológico. Así las células de inmunidad adquieren la capacidad de detectar las células cancerosas.
No es la primera vez que las nanopartículas se convierten en un medicamento prometedor. Anteriormente, un equipo de biólogos rusos (de la Universidad Estatal de Moscú) y alemanes creó nanopartículas de silicio capaces de penetrar las células cancerosas y destruirlas sin hacer ningún daño al resto del cuerpo.