De acuerdo con la revista Nature, los investigadores estadounidenses llegaron a esta conclusión al estudiar la conducta social de más de 10.000 personas mayores de 50 años.
Durante su estudio, ellos pidieron a estas personas que contestaran a varias preguntas, las cuales no incluían la palabra soledad, pero que caracterizaban su susceptibilidad a la falta de atención.
Al comparar los datos de las personas susceptibles a la soledad con su huella genética, los científicos llegaron a la conclusión de que el 27% del riesgo vinculado con esta sensación podría tener carácter genético.