"Del zika a las bacterias asesinas de nuestras aguas, todo salió bien", dijo irónicamente, en referencia a los miedos suscitados antes del macroevento deportivo por el virus transmitido por los mosquitos y la contaminación de la bahía y las lagunas de la ciudad.
Paes remarcó que ningún atleta ni visitante contrajo zika durante los Juegos y se mostró satisfecho con el legado que dejarán en la ciudad en materia de urbanismo e infraestructura.
Puso como ejemplo el parque de Deodoro, cuya zona de aguas bravas para descenso de canoa no ha sido utilizada durante los Juegos Paralímpicos.
Esa instalación se ha convertido ahora en una gran piscina pública por la que el pasado sábado, por ejemplo, pasaron 9.000 persona de unos barrios que hasta hace poco contaban con muy escasas zonas verdes y de ocio.
Durante los Juegos Paralímpicos, celebrados entre el 7 y el 18 de septiembre, el sistema de carriles únicos de bus denominado BRT recibió a 8,1 millones de pasajeros y 512.000 usaron la nueva línea 4 del metro, exclusiva para acercarse al parque olímpico de Barra de Tijuca.
Cuando terminaron los Juegos Olímpicos Paes también hizo una valoración positiva en relación con las expectativas pesimistas que había sobre la capacidad de la ciudad y el país para organizar el mayor evento deportivo del planeta.