El 15 de septiembre, el Reino Unido aprobó la construcción de la central nuclear Hinkley Point. La empresa china CGN (China General Nuclear) invertiría $8.000 millones en este proyecto, lo que corresponde al tercio de las acciones de la futura planta.
El Gobierno australiano consideró que el servicio de Internet de banda ancha construido por una empresa china constituiría una amenaza a la seguridad nacional del país. Alexander Downer, el excanciller australiano y un participante de las discusiones en Londres, declaró que China estaba involucrada en varias ataques de hackers contra las instituciones de Occidente.
"Australia gobernada por las autoridades de hoy se preocupa mucho de la creciente influencia de China. Además, en el mismo país se encuentra una gran diáspora china", explica Yakov Bérguer, el experto del Instituto del Oriente Lejano.
Mientras tanto, Londres es más pragmático. Intenta evitar cualquier empeoramiento de las relaciones con China, lo que habría sucedido en caso del "no" definitivo. Michail Belyaev, el experto del instituto del Mercado de Valores y dirección, en entrevista a Sputnik expresó su opinión sobre las razones de la decisión inglesa de cooperar con China.
Así, pese a la posición de su aliado, Gran Bretaña ha permitido a China que invierta en la construcción de la central Hinkley Point que es una de las plantas atómicas más caras del mundo y la primera construida en Europa desde el accidente de Fukushima en Japón ya hace 5 años.
El pragmatismo ha vencido la política, como sucede también en el caso de Rusia, donde los mismos europeos que impusieron sanciones contra el país eslavo aspiran ahora a su levantamiento.