Según la información del sitio web Kremenchuk Today —de la ciudad donde está situada la fábrica KrAZ—, la empresa ucraniana intentó instalar los motores de diferentes productores internacionales, como Deutz, Cummis, Daimler, Fiat, Ford e incluso Toyota.
Al fin y al cabo, la fábrica tuvo que recurrir de nuevo a los motores rusos. Según los periodistas, KrAZ compra motores rusos "a través de una empresa ubicada en el Báltico" para 'evadir' las sanciones.
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Una situación semejante ha ocurrido con una de las empresas principales para la economía de Ucrania —la compañía de aeronaves Antónov— que ahora constata no poder construir aviones sin componentes rusos, prohibidos por la parte ucraniana por motivos políticos.