Como muchos otros argentinos, al terminar la dictadura, la periodista María Seoane regresó a su país en 1984. Había pasado siete años exiliada en México. Debía volver a empezar su vida, buscar trabajo y reencontrarse con sus seres queridos.
"Fui a ver una película y alguien hablaba de un grupo de estudiantes secundarios, de entre 15 y 17 años, que habían sido secuestrados y desaparecidos [el 16 de septiembre de 1976], durante la dictadura. El caso se llamaba ‘La noche de los lápices'. Me llamó la atención, era un nombre trágico y bello a la vez", dijo a Sputnik María Seoane, quien tuvo el impulso de comenzar a investigar, pero la necesidad de estabilizarse se interpuso en su camino.
"No tenía tiempo, andaba buscando trabajo y tenía que acudir a entrevistas. La situación no me permitió sumergirme de lleno. Tuve que soltar esa historia que tanto me había conmovido", recordó. Pero el destino no olvida.
A cinco días del inicio de su gobierno, en 1983, el presidente electo Raúl Alfonsín sancionó el decreto 158, por el cual ordenaba procesar a quienes dirigieron el país desde el golpe cívico militar de 1976, por las violaciones de derechos humanos cometidas durante los últimos siete años.
Estuvo presente durante el testimonio de Pablo Díaz, uno de los cuatro sobrevivientes de aquella noche en que las fuerzas de seguridad secuestraron a 10 jóvenes que reclamaban la restitución del boleto de autobús estudiantil gratuito, suspendido en el 76.
"Habló dos horas y 40 minutos sin parar. Su historia nos conmovió a todos los presentes. Al salir del tribunal lo acosó una horda de periodistas. Yo mantuve la distancia. Entendí lo duro que debía ser todo para él. No era el momento de acercarme. Esperé hasta que el enjambre se disipó, le alcancé mi tarjeta y le dije que si algún día quería me contactara", recordó Seoane.
A los 10 días la llamó. Le confesó que la eligió a ella porque había sido la única que demostró empatía, estaba preparado para trabajar a su lado. Con su ayuda comenzó a investigar. A través de Díaz contactó a las familias de los otros chicos. De a poco fue reconstruyendo sus historias.
Para escribir el libro le pidió ayuda a un compañero del semanario, Héctor Ruiz Núñez. Terminaron la obra el día del periodista 7 de julio de 1986. La titularon 'La Noche de los Lápices' y dio origen a la película de Héctor Olivera que lleva el mismo nombre.
"Su publicación causó una enorme conmoción. Era la prueba más inquebrantable de la irracionalidad de la dictadura militar, de la violencia estatal contra los jóvenes. Era una dictadura capaz de asesinar adolecentes y secuestrar bebés", expresó la investigadora.
A través de la memoria se construyen los legados. En honor a esos chicos se estableció el 16 de septiembre como el día del estudiante secundario. "Creo que lo ocurrido sirvió para generar conciencia en los estudiantes y fortalecer la defensa de sus agremiaciones en libertad y paz. También para que los padres comprendieran la importancia de acompañar a sus hijos en la lucha política. Pero sobre todo, para exponer la inexplicable crueldad de la dictadura que quiso hacer creer que chicos de esa edad podían ser peligrosos enemigos del Estado", concluyó la periodista.