Según Scheglov, "la creación de un robot que pueda tener sentimientos, tomar decisiones por su cuenta o reaccionar de manera imprevisible, por no hablar de un complejo sistema subconsciente, es simplemente imposible".
Sin embargo, considera que los robots sexuales pueden ser un beneficio para inválidos en sillas de ruedas o personas mutiladas, para las cuales un encuentro romántico o el contacto sexual son bastante improbables.
"Pero para la mayoría de personas no es un beneficio", enfatizó a Sputnik.
Scheglov establece un paralelismo con la pornografía en la era de internet y los problemas que han generado el fácil acceso y el consumo constante de contenido pornográfico.
"El ser humano pierde su libertad de elección y su espontaneidad, y se condena a la soledad. […] Igualmente, el sexo con un robot es una mera imitación, capaz de darnos un minuto de alivio. Y puede causar manifestaciones antisociales y autoaislamiento", razona.
Pero más allá de la opinión de los sexólogos, la industria de los robots sexuales continúa desarrollándose. Entre los mercados más importantes se encuentran China y Japón; además, se espera que en el Reino Unido se abran, en los próximos años, innovadores burdeles con trabajadoras sexuales robóticas.
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Las autoridades consideran que lo anterior ayudará a solucionar toda una gama de problemas sociales, entre ellos la prostitución ilegal y la propagación de enfermedades de transmisión sexual, informa The Mirror.