En decenas de ciudades del país latinoamericano se celebraron marchas convocadas por el católico Frente Nacional por las Familias, que promueve lo que define como "la familia natural o tradicional" en contra de matrimonios igualitarios que podrían ser legales si el Congreso aprueba el proyecto de ley.
El movimiento católico que sale a las plazas "no posee tintes homofóbicos", replicó el portavoz de la jerarquía católica.
"No fue una marcha de confrontación, afortunadamente la mayoría de las familias mexicanas están compuestas por un hombre y mujer; las demás no cumplen con los requisitos de una familia", dijo el portavoz a periodistas.
Su teoría para combatir clínicamente la homosexualidad, basada en su experiencia individual sostiene que las personas gais "en el fondo desean llevar un estilo de vida heterosexual, casarse, tener hijos y formar una familia; o simplemente llenar un vacío que no han podido llenar con ese modo de vida".
Según el portavoz de la arquidiócesis católica que defendió esa teoría, a los homosexuales "se le debe de tratar con respeto –dijo Valdemar– pero esas relaciones son intrínsecamente inmorales, lo dice la doctrina de la Iglesia" católica, aseguró.
Contracampaña gay
En respuesta el movimiento Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual e Intersexual (LGBTI), bautizado Frente Orgullo Nacional de México, emprendió una contracampaña recolectando firmas en la plataforma Change.org para enviar al papa Francisco al Vaticano una solicitud de destitución del cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México "por ser un promotor del odio" a los homosexuales.
Patria Jiménez, portavoz del movimiento homosexual que promueve la aprobación de la ley dijo al noticiario nacional Radio Imagen Multimedia que "una familia puede conformarse como se desee, así como ellos hablan sobre la 'familia natural', nosotros hablamos de la diversidad y la tolerancia".
El cardenal Rivera "fue el primero que llamo a personas homosexuales personas antinaturales", deploró Jiménez.
En respuesta al semanario católico Desde la Fe, dijo que al desviar el debate hacia la condición natural o anormal de la homosexualidad "nos excluyen en términos de reconocimiento social y legal, no intentamos polarizar el debate sino hacer respetar nuestros derechos".
Los líderes de la Iglesia católica mexicana "cuando quieren, se quitan la sotana y se vuelcan en ciudadanos de a pie para manifestarse y luego decir que la iglesia no está detrás de las marchas y que tampoco convoca a las mismas".
Esas manifestaciones ofrecen las justificaciones que "provocan los casos más lamentables, asesinatos y violencia; nos pone en riesgo", puntualizó la portavoz del movimiento homosexual.
El periodista mexicano y conductor de programa de televisión Ricardo Rapahel, criticó a los organizadores católicos por inflar y falsear los números de los asistentes a las marchas del fin de semana, de unos 400.000 a 1,14 millones reportados.
En su columna titulada 'Además de homófobos mentirosos', señaló que en un país de 120 millones de habitantes solo unos miles marcharon al menos diez obispos al frente, "y con toda la fuerza de muchas iglesias, algo está cambiando en México".
Las consignas católicas en las plazas rezaban "Las preferencias sexuales del presidente no pueden convertirse en ley" y que "los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan y los que odian y deshacen".
Por su parte los movimientos gais colocaron en las puertas de la Arquidiócesis carteles que decían "De esta puerta hacia adentro se piensa como en la Edad Media"; y "Clausurado por promover el odio y proteger a pederastas".