Después de su destitución definitiva en el proceso de "impeachment" la líder del Partido de los Trabajadores (PT) podrá seguir contando con ocho empleados: dos asesores, cuatro vigilantes privados de seguridad y dos chófers.
Los beneficios con los que contará Rousseff son los mismos que afectan a los expresidentes José Sarney, Fernando Henirque Cardozo y Luiz Inácio Lula da Silva.
El expresidente Fernando Collor de Mello, que también sufrió un "impeachment" en 1992, también tiene los mismos beneficios, aunque en un principio se le fueron negados porque respondía ante un proceso penal en el Tribunal Supremo Federal.
Antes de la Constitución de 1988 los expresidentes brasileños tenían derecho a una pensión vitalicia, gracias a una ley aprobada por el régimen militar, pero ese privilegio se revocó a través de la nueva Carta Magna.
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Tras dejar Brasilia lo más probable es que Rousseff se traslade a la ciudad de Porto Alegre, donde vive gran parte de su familia, según apunta la prensa local.