De hecho, las manzanas cocidas con miel y nueces es el plato de moda esta temporada.
Prefiero la comida que "tiene buena pinta y sabe deliciosa", fueron las declaraciones del presidente ruso, Vladímir Putin, según reveló Mijaíl Zhúkov, exjefe de la fábrica de producción 'Kremliovski'. El mandatario también es conocido por tener un gusto conservador en lo que a los alimentos se refiere, pues prefiere la carne de cordero y el pescado, y muestra poca debilidad por el dulce. Es cierto, no obstante, que Putin se declara fan del helado.
"Cuando visito un nuevo lugar, me gusta probar la comida local. También me gusta el té verde", declaró el presidente.
Lea también: Las comidas más extrañas preferidas por los rusos
En 2012, el canal de televisión ruso NTV tuvo la oportunidad de visitar la cocina de Putin. Las imágenes mostraron que el mandatario, tras sus ejercicios matutinos, suele disfrutar de un desayuno que incluye avena, queso casero con miel y huevos de codorniz crudos.
Además, Putin ha creado su propio coctel, a base de remolacha y rábano picante, entre otros ingredientes.
Durante el almuerzo que mantuvieron en San Petersburgo a principios de agosto Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, los periodistas vieron algunas piezas de vajilla inusuales en la mesa, que ilustraban a los dos líderes dándose la mano. En realidad, todas las reuniones del mandatario ruso albergan detalles que resaltar.
Una de las tradiciones es crear platos conmemorativos de cerámica que retratan a los visitantes del Kremlin. Vajillas similares fueron diseñadas para las visitas de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y el presidente egipcio, Abdelfatah Al-Sisi, en 2015.
La primera fábrica de porcelana rusa abrió sus puertas en 1744 en San Petersburgo y, durante más de dos siglos, perteneció a la familia imperial. Pero, hacia los años 90, esta tradición había sido dejada de lado.
Sin embargo, la porcelana rusa volvió al Kremlin a principios del siglo XXI, más exactamente durante la celebración de los 300 años de la fundación de San Petersburgo, que tuvo lugar en 2003. Los invitados disfrutaron de su comida en una vajilla de porcelana hecha en Rusia. Desde entonces, cada salón de actos del Kremlin posee su propia vajilla.
Una está decorada con el escudo de armas de Rusia, otra con la Orden de San Andrés —la máxima distinción del Imperio ruso— con su propio lema: 'Por la fe y la fidelidad'. Otra más está decorada con la Orden de San Alejandro Nevski —una distinción al mérito que concede la Federación Rusa—.






En ocasiones especiales, el Kremlin ordena la creación de vajillas únicas. Por ejemplo, para el encuentro de la Comunidad de Estados Independientes fueron diseñados platos decorados con pinturas de zonas campestres rusas, especialmente de la región del Volga.