Cuando los alimentos occidentales desaparecieron de los puntos de venta, en un principio surgieron sucedáneos baratos. Entonces fueron las granjas de la región de Moscú y las ciudades del área central del país las que ocuparon ese nicho de mercado, ofreciendo un producto de alta calidad.
La joven industria rusa está orientada a los gustos sofisticados de los residentes en la capital que, antes del embargo, sentían predilección por los quesos extranjeros. De ahí que las compañías rusas hayan aprendido las recetas tradicionales francesas e italianas, muchas veces bajo el control y la supervisión de productores especializados de estos países y con inversión extranjera.
Los tipos de queso a los que se da prioridad son los blandos y semiduros, ya que requieren un período corto de maduración, de hasta seis meses, señala la experta quesera rusa Eugenia Danílova. En este caso, existe la oportunidad de introducir un cambio en el proceso si se comete algún tipo de error.
Un problema frecuente es la búsqueda de leche que sea alta en proteínas y grasa, porque la mayoría de grandes productores rusos aún se centra en la leche como producto final.
En cuanto a los precios de estos quesos de calidad, son dos veces más altos en comparación con los análogos industriales. Esto se debe a varios factores: la pequeña escala de producción, la venta en tiendas especializadas, pero, sobre todo, a la calidad del queso de granja.
"Suelo supervisar todas las cámaras de maduración de queso y veo la atención con la que los granjeros tratan cada uno. Sin duda, tal labor debe ser apreciada", señaló al canal de TV NTD la dueña de una tienda especializada, Alexandra Kovalchuk.