Pero de un tiempo acá, muchos de los que llegan no buscan precisamente la Plaza Roja o el parque Gorki. No faltan los que pretenden llegar al sueño americano vía Moscú, pero los destinos preferidos son el mercado Moskva de Liublinó o similares, donde en lugar de suvenires llenan maletas de ropa y otros artículos al por mayor.
Lo preocupante no son los que utilizan esta alternativa para compensar el precio de un boleto aéreo incosteable de otra forma, (no olvidemos que harían falta unos 50 meses de salario medio para pagarlo) o que incluso consiguen una mínima entrada adicional, sino lo que se adivina a otra escala. Tanto en Moscú, donde hay quienes se aprovechan de esas circunstancias, como en la llegada a La Habana, en que, nuevamente de forma mágica, algunos sortean la aduana.
Podría cambiar entonces esa imagen del cubano buena persona, educado, alegre y solidario que tardamos 50 años en edificar en el imaginario ruso.
Sueño con un día en que haya que triplicar los vuelos de Aeroflot desde La Habana, pero que en los equipajes solo tengan que viajar matrioshkas y alguna botella de vodka Stolichnaya para brindar por rusos y cubanos.