La ceremonia de clausura de los Juegos de Río 2016

El padre de la aviación ya tuvo un momento de protagonismo en la ceremonia de apertura, cuando a bordo de su prototipo 14-BIS emprendió el vuelo por el cielo de Río de Janeiro.

Tras el pistoletazo de salida la bienvenida al público ha continuado con decenas de bailarines vestidos de coloristas papagayos, que han ido formando en el centro del escenario algunas de las postales más famosas de la ciudad.

El Pan de Azúcar, el Cristo Redentor y los Arcos de Lapa, han dado paso al logo de Río 2016, formado por tres figuras con los brazos entrelazados, hasta finalmente formar los anillos olímpicos.

Tema: Los momentos más inolvidables de Río 2016

Esta primera parte de la ceremonia ha estado marcada por los colores vivos y el aire naïf, creado con proyecciones inspiradas en la obra de la pintora brasileña modernista Tarsila do Amaral.

Los atletas entran en Maracaná en clima de fiesta para despedir los Juegos

Los atletas de los 207 países participantes en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro han empezado a entrar en el estadio de Maracaná apenas 20 minutos después de empezar la ceremonia de apertura.

Lo han hecho en un clima muy festivo, lejos del protocolo de la ceremonia de apertura, con muchos de ellos grabando la fiesta con sus cámaras y exhibiendo sus medallas.

Desfilaban además desordenados, mezclándose con deportistas de varias delegaciones. Antes, las banderas de los países habían hecho su entrada al son de la canción "Tico-Tico" de Carmen Miranda, la popular cantante y actriz de los sombreros de frutas, encarnada por la cantante Roberta Sá.

Una apoteosis carnavalesca cierra los Juegos de Río 2016

Los Juegos de Río de Janeiro han dejado Río de Janeiro a ritmo de samba: los miles de atletas participantes se han dejado llevar por el ritmo más brasileño en una apoteosis final inspirada en la mayor fiesta de la ciudad anfitriona, el carnaval.

Seis sambistas han cantado "Cidade Maravilhosa", una canción que representa muy bien la idiosincrasia carioca: empezó siendo una popular canción callejera de carnaval, pero tuvo tanto éxito que en los años 60 el Ayuntamiento la adoptó como himno oficial.

Para esa hora la llama olímpica ya no brillaba en el estadio. Minutos antes se había apagado mientras la cantante Mariene de Castro entonaba "Pelo tempo que durar", una canción melancólica que habla de estrellas que se pagan y de cosas que se transforman para desaparecer.

Era el contexto ideal para apagar la llama olímpica, que al contrario que en otras ediciones de los Juegos, donde el viento suele ser el elemento determinante, ha desaparecido con el efecto de una lluvia tropical.