Una de las frases más recordadas de Fidel Castro, es también una de las primeras que conoció el público. La pronunció a los 26 años cuando era aún un joven revolucionario.
Tras el asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba el julio de 1953, y después de pasar 76 días "encerrado en una celda solitaria", se representó a sí mismo en el juicio que acabó con estas palabras:
"Sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a 70 hermanos míos. Condenadme, no importa, la historia me absolverá".
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