Pedro se alimenta a base de animales que caza y de otros alimentos comprados en las pequeñas tiendas de San Pedro de Colalao, una población turística ubicada a tres horas (a pie) de su cueva. Su pensión mensual de 100 dólares resulta suficiente para desarrollar su vida bucólica.
El hombre habitó hasta los 14 años en el poblado de San Pedro de Colalao, hasta que un día decidió desaparecer. Pasados muchos años fue cuando se supo de su nueva morada en medio de la naturaleza.
La curiosa vida que lleva el ermitaño ya se ha convertido en una atracción turística en la región.
"Personas de todo el mundo suben a visitarlo y hasta los niños de la escuela organizan excursiones para verlo. Le llevan comida y comprueban que el mito existe", reveló Juan Carlos, sobrino de Pedro a Associated Press.