Anteriormente, la publicación oficial del Estado Resmi Gazete anunció el despido de 1.684 oficiales, incluidos 149 generales y almirantes, y 1.099 coroneles de las Fuerzas Armadas turcas.
Después de sofocar la rebelión, las autoridades dieron comienzo a las purgas para descubrir a los simpatizantes de Gulen, cuya extradición exigen a EEUU.
En los días posteriores al golpe en todo el país —que de momento vive bajo estado de excepción de tres meses— fueron detenidos o suspendidos miles de militares, agentes, jueces, funcionarios públicos y docentes.
El propio Gulen rechazó las acusaciones presentadas por Ankara, condenó el motín y afirmó que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lo está aprovechando para su propio golpe blando contra la Constitución.