Según su guion, una inesperada muerte del presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, tendrá lugar en febrero 2021. Tras ello, la división en la élite kazaja no les permitirá proponer unánimemente la candidatura de un sucesor. Bajo la presión internacional, en julio Kazajistán tendrá que celebrar nuevas elecciones. El autor supone que las ganará un ficticio "candidato carismático Mujtar Kunanbay" quien recibirá un amplio apoyo de los votantes debido a sus "lemas nacionalistas y antirrusos, pero también democráticos".
Según el modelo, Kunanbay ganará las elecciones presidenciales, pero no asumirá funciones de inmediato. Al mismo tiempo, los medios rusos comenzarán una potente campaña de propaganda contra el ganador de las elecciones. Se siembra el miedo entre los residentes de habla rusa del norte de Kazajistán.
Según el autor, "la intervención rusa" en Kazajistán provocará protestas masivas tanto en este país como en el vecino Tayikistán.
"Como resultado, Rusia chocará con ideologías y movimientos antirrusos en dos estados al mismo tiempo. Si los movimientos opositores en Asia Central comienzan a ser críticos para Rusia, habría entonces que tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de su actividad para la correlación de fuerzas de la región", ha resumido Schiek, sin preguntarse ni una sola vez la razón por la que Rusia haría todo esto.