Unos 80 oficiales y un centenar de personas, muchos de ellos con familiares trabajando en el exterior, fueron obligados a asistir a la ejecución, señala la agencia de noticias Yonhap.
"Corea del Norte encerró a los familiares de los desertores y les sometió a educación ideológica en unas instalaciones en la montaña Myohyang, en el norte del país", ha añadido Choi.
Las deserciones de norcoreanos en los últimos meses han avergonzado a Pyongyang, que pretende detenerlas con medidas tan radicales como la ejecución.
El último capítulo se ha producido esta semana con la petición de asilo en el consulado surcoreano de Hong Kong de un hombre que había participado en unas olimpiadas de matemáticas.
El mánager y doce trabajadoras llegaron a Seúl y las autoridades surcoreanas decidieron hacer público el caso en contra de la práctica habitual aludiendo a la excepcionalidad de una escapada en masa.
La fuga desató la ira de Pyongyang, que la calificó de secuestro y exigió su devolución.
Para apoyar su petición, Corea del Norte mostró en un video a los padres de una de las fugadas pidiendo su repatriación y criticando con dureza a la presidenta surcoreana, Park Geun-hye.
Un mes después, otras tres trabajadoras de un restaurante en la provincia de Shanxi también escaparon hasta Corea del Sur.