¿Qué sucedió?
El 17 de julio de 2014, el Boeing-777 del vuelo MH17 cubría su ruta habitual entre Ámsterdam y Kuala Lumpur, la capital de Malasia. Eran las 14:20 GMT cuando sobrevolaba el territorio del este de Ucrania y se disponía a entrar en el espacio aéreo ruso. En aquel momento, el aparato empezó a perder velocidad súbitamente y 3 minutos más tarde desapareció de los radares.
La mayor parte de los restos del avión cayó en las cercanías del pueblo de Grabovo, controlado por las fuerzas de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD). No hubo supervivientes y las 298 personas de 10 países que iban a bordo —incluyendo 15 miembros de la tripulación— perdieron la vida. 193 víctimas eran ciudadanos holandeses.
Una reacción apresurada
Ya en la tarde de ese mismo día, el presidente ucraniano Petró Poroshenko anunció que se trataba de "un atentado terrorista". El asesor del ministro del Interior del país, Antón Gueráschenko, culpó a los milicianos de la RPD de haber usado un sistema de misiles antiaéreos Buk para derribar el avión. Además, Gueráschenko responsabilizó a Rusia de "haber suministrado el equipo". La autoproclamada república, por su parte, rechazó estas acusaciones.
Sin embargo, el supuesto derribo del avión se convirtió en un pretexto para los países de Occidente para 'revisar' las relaciones con Rusia antes de que concluyera la investigación formal.
Moscú negó cualquier implicación en la catástrofe y el 21 de julio publicó fotos satelitales y datos de sus instalaciones de monitoreo.
Los datos indicaban que el día de la tragedia, cerca de la zona de la catástrofe, había sistemas antiaéreos Buk del Ejército ucraniano, algo difícil de explicar ya que las fuerzas de las república autoproclamada nunca dispusieron de aviones contra los que emplear estos sofisticados equipos bélicos. También en la zona se registró una alta actividad de los radares antiaéreos ucranianos. Además, un avión de asalto de las Fuerzas Aéreas ucranianas tipo Su-25 sobrevoló el área durante el suceso.
Fuentes militares rusas instaron a sus colegas estadounidenses a publicar sus respectivas fotos satelitales de ese día, pero la solicitud rusa quedó sin respuesta.
El curso de la investigación
El 21 de julio de 2014, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución respecto a la catástrofe. El documento exigía una investigación internacional e imparcial y la necesidad de llevar a los responsables ante la justicia. Dos días más tarde, 24 expertos de Rusia, Ucrania, Malasia, Australia, Alemania, EEUU y el Reino Unido iniciaron la investigación, oficialmente liderada por los Países Bajos.
Un año después, el Consejo de Seguridad de los Países Bajos presentó los resultados de sus pesquisas. El informe señaló que el accidente aéreo fue causado por una explosión en el costado izquierdo de la nave de un misil tipo 9M38, usado en los sistemas Buk, pero no especificó su proveniencia.
Los fabricantes del misil —Almaz Antéi— hicieron su propia investigación, incluso llegando a imitar el incidente en un polígono. Basándose en los resultados del experimento, los expertos concluyeron que el proyectil provenía de la zona de Zaroschenskoye, controlada en el momento del siniestro por las fuerzas ucranianas. Esto concordaba con las evidencias presentadas anteriormente por Rusia.
En junio del 2016, el grupo internacional encabezado por los Países Bajos reconoció no tener suficiente experiencia para llevar a cabo este tipo de indagaciones.
"Ninguno de los grupos tiene experiencia en una investigación tan complicada y a tan gran escala, por lo tanto, los expertos deben fiarse de sí mismos", dice el informe.
Anteriormente, debido a la demora de la investigación, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el primer ministro de Malasia, Najib Tun Razak, acordaron coordinar los pasos para impulsar el esclarecimiento de los hechos.
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Se prevé que el próximo informe sea publicado por la Fiscalía de los Países Bajos en otoño de 2016. Al mismo tiempo, el ente advirtió de que esto no supondrá "el fin de la investigación".
Por lo tanto, la catástrofe que tanto perjudicó las relaciones entre Rusia y Occidente hace dos años permanece hasta el día de hoy como un misterio. No obstante, la falta de una conclusión definitiva sobre los hechos no impidió a los políticos norteamericanos y europeos seguir con la retórica de acusaciones y medidas restrictivas contra Rusia.