Los viejos creyentes ('raskólniki', derivado de la palabra rusa 'cismo') son los cristianos rusos partidarios de la vieja liturgia ortodoxa y de los viejos cánones. Históricamente, no aceptaron la reforma religiosa de 1654 y, por lo tanto, sufrieron duras persecuciones a lo largo de los siglos posteriores.
¿Por qué se sienten tan excepcionales?
Ante la perspectiva de ser convertidos en la 'nueva' fe, algunos de los viejos creyentes prefirieron quemarse vivos junto con sus familias, mientras que otros se mudaron a las zonas rurales de Siberia para vivir en completa clandestinidad. Muchos partieron para Asia y el Oriente Lejano ruso.
¿Desde cuándo llevan una vida errante?
Con el establecimiento del poder soviético en los años 1920, las persecuciones cobraron fuerza.
Curiosamente, una parte de los viejos creyentes se movió a través del río Amur rumbo a Manchuria, y la otra parte cruzó la frontera entre Kazajistán y la región china de Sinkiang occidental.
¿Cuánto tiempo estuvieron en China?
Permanecieron en el país asiático hasta finales de los 50, cuando la Revolución Cultural comenzó con la formación forzada de granjas colectivas. Los viejos creyentes se negaron a participar en este proceso. Las autoridades chinas les ofrecieron como alternativa abandonar el país, por lo que la comunidad religiosa aceptó el desafío.
Gracias al apoyo de la ONU y la Cruz Roja, los viejos creyentes se asentaron en Suramérica, principalmente en Argentina y Brasil. Más tarde, comenzó la migración al interior del continente.
¿Qué vida llevan en Latinoamérica?
Su vida ahora es un poco distinta de la que llevaron a mediados del siglo pasado. Los descendientes de los primeros migrantes en Brasil cuentan que incluso han llegado a invitar a agrónomos para estudiar el suelo, ya que tienen problemas con las cosechas. Por eso se dice que esas tierras están empapadas en lágrimas y el sudor de los viejos creyentes. "Es nuestra tierra rusa brasileña", afirman con orgullo las nuevas generaciones.
A diferencia de los viejos creyentes de América del Norte, los "rusos sudamericanos" se abstienen de asimilarse. Guardan como un máximo valor su idioma, muy distinto al ruso moderno.
En sus aldeas hablan ruso por excelencia. Para los menores, el ruso sigue siendo el idioma de la familia, sin embargo, hablan las lenguas locales en las escuelas y otros lugares públicos. En cuanto a los ciudadanos de la Rusia actual, los viejos creyentes los conocen como los 'soviéticos'.