Mientras el pañuelo islámico se volvía cada vez más largo y oscuro, el número de delitos sexuales ha crecido en el país en los últimos años.

"Es difícil para mí decir si las mujeres iraníes necesitan usar el hiyab o no. Por un lado, soy de una familia religiosa y el respeto a las normas islámicas es obligatorio en mi casa. Pero, pensando más ampliamente (…), me siento incómoda por tener que usar el velo", aclaró la joven.
"El hiyab solo cubre los problemas de nuestra sociedad. La cuestión de vestirlo o no vestirlo no es un problema tan grande como la violencia, el desempleo, la pobreza", afirmó la muchacha.

Además, la iraní considera que llevar o no el pañuelo es un "problema personal de cada mujer" y no un asunto social o un tema de interés gubernamental.
Parisa comentó que la prenda no le da sensación de mayor seguridad al salir por las calles de Teherán. "Actualmente, no importa lo que una vista, no es posible sentirse cien por cien segura", subrayó.
La mujer habló también de la estricta policía moral que vigila las normas islámicas de comportamiento en el país. "Estoy totalmente en contra de este tipo de control sobre nuestras vidas", añadió.

Un hiyab podría ser un símbolo de valores familiares en el país, en vez de "una forma de castigo", cree la joven. Su uso podría ser útil, pero, por el momento, es como "un capote rojo para los toros", es decir, como un instrumento de control, lamentó.