El pasado 28 de abril, desde el cosmódromo Vostochni, se lanzó y se puso en órbita un pequeño aparato espacial denominado AIST-2D. Contribuyeron a este lanzamiento, junto a los profesionales, los alumnos de la Universidad de Samara. ¿Cómo inició este proyecto?
La propia idea de desarrollar una familia de aparatos espaciales pequeños AIST nació entre los estudiantes. Ya en 2006, adelantaron esta iniciativa y participaron en todas las etapas de su realización práctica: desde el diseño hasta la construcción y uso del aparato espacial de nueva generación.
El éxito del proyecto AIST es el resultado de la cooperación de tres colectivos: especialistas del Centro de Aparatos Espaciales Progress, profesores y científicos, y estudiantes de la Universidad de Samara. ¿Fue difícil coordinar el trabajo conjunto? ¿Quién asumió el papel del líder?
¿Cómo fue organizado el trabajo conjunto de los universitarios y los ingenieros?
No diría que se hubiera elaborado un sistema especial para la formación de los participantes, para su selección. Fue un proceso espontáneo. No importaba ni la especialización del interesado, ni su edad. Nuestra tarea de coordinadores consistió en organizar el acceso de los estudiantes a las instalaciones de Progress, preparar la documentación necesaria, facilitar la información que hiciera falta. De esta manera, el alumno, que antes presenciaba el proceso real de producción solo cuando empezaba a tener clases prácticas en el cuarto año de carrera, ahora resulta involucrado en una actividad práctica desde el principio. La práctica, de este modo, se convierte en una parte del proceso educativo. Esto concuerda con el concepto global educativo de nuestra universidad, que se expresa a través del eslogan 'Educar investigando'. Es el principio fundamental con el cual se guía nuestro centro de estudios superiores durante los últimos diez años.
¿En qué medida la participación de los estudiantes en el proceso de producción y el proyecto concreto influyeron en la vida docente, ayudaron a resolver las tareas propias de un centro educativo?
Los principales temas que investigan los estudiantes de los últimos años de carrera, de postgrado y de doctorado están relacionados con el análisis de las características de resistencia del aparato espacial en diferentes etapas de su funcionamiento, al cálculo de los parámetros orbitales de los aparatos espaciales, a la determinación de su orientación y al control térmico del aparato.
¿Las investigaciones de esta índole sólo fueron posibles gracias a la participación de los estudiantes en los proyectos AIST y AIST-2D?
En cierta medida, así es. Antes, tales cuestiones se solucionaban a partir de ejemplos abstractos inventados por profesores. Mientras, el participante del proyecto calcula y estudia los parámetros de un aparato absolutamente real, que describen su estado durante el vuelo. Además, gracias a que las respuestas del satélite se reciben de forma permanente, hay posibilidad de influir en su funcionamiento en tiempo real programando los parámetros de sus equipos de investigación, modificando los ajustes de los sistemas de navegación y dirección. Es decir, se puede dialogar con el aparato, lo cual, evidentemente, no se pueden permitir los investigadores que utilizan los datos telemétricos proporcionados por un aparato ajeno.
El proyecto AIST cumple diez años. Ya es difícil imaginar sin él el proceso educativo, la vida de la universidad y sus subdivisiones. Por cierto ¿quién dio el nombre al satélite?
¿Es importante, según usted, la aportación de los estudiantes en el potencial científico y técnico del proyecto en comparación con los demás participantes, la universidad y el centro de producción?
Está claro que la aportación más apreciable al desarrollo del aparato es la de los especialistas de Progress. Cabe mencionar especialmente el papel que jugó el director del Centro de Aparatos Espaciales Progress, Aleksander Kirilin, ya que, gracias a él, la idea cobró forma de un aparato espacial real. La aportación de la universidad comprende la parte educativa y la científica, al igual que la promoción del proyecto. Mientras tanto, los estudiantes contribuyeron, sobre todo, con la idea, hicieron los esbozos del aspecto físico del aparato. Los universitarios tomaron parte muy activa en el diseño de los equipos científicos instalados en los satélites AIST. Junto con los estudiantes de postgrado y doctorado se efectuaron los trabajos de cálculo. Ahora están trabajando para recibir y tratar los datos que proporcionan los satélites lanzados al principio, puesto que su mantenimiento es responsabilidad completa de la universidad
Y, por último, ¿qué atrae a la juventud al proyecto?
La posibilidad de participar en algo importante, en algún proyecto real y de envergadura, es muy importante y desempeña un papel relevante en la formación de los futuros ingenieros aeroespaciales.