El Grupo del Ejército Central —CENTAG por sus siglas— era una unión operativa y estratégica de las fuerzas de la OTAN en Europa. Su misión se centraba en proteger el centro y el sur de la Alemania Occidental ante cualquier potencial intervención por parte de la URSS.
El grupo estaba integrado por dos cuerpos militares estadounidenses y dos alemanes, y una brigada mecanizada de Canadá. Los cuerpos alemanes, compuestos por tropas blindadas y divisiones de tiradores alpinos, así como los estadounidenses, formados por infantería blindada y mecanizada, hubieran sido los encargados, en caso de conflicto, de contener al enemigo soviético, según explica el artículo.
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El autor reconoce que por su número, el CENTAG cedería ante las tropas del enemigo. No obstante, las fuerzas de la OTAN tenían ventajas considerables para imponerse en un hipotético conflicto.
"A pesar de que el CENTAG era inferior en número, tenía un as en la manga. Las formaciones de combate estadounidenses y alemanas estaban compuestas por tropas blindadas e infantería mecanizada, ideales para luchar contra las fuerzas soviéticas y del Pacto de Varsovia, compuestas principalmente por tanques pesados".
"Otra ventaja para el CENTAG era el terreno. A diferencia del norte de Alemania, el terreno en el sur es montañoso y abrupto, algo que favorecía en gran medida la defensa del territorio", argumenta Kyle Mizokami.
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Sin embargo, había bastantes brechas en la defensa de la OTAN en la región.
La OTAN esperaba un desembarco aéreo del enemigo, así como asaltos aéreos de helicópteros y ataques de las fuerzas especiales a lo largo y ancho del continente. Estas formaciones ligeras y altamente móviles se utilizarían para atacar los objetivos clave de la OTAN, incluyendo aeropuertos, puentes —especialmente sobre los ríos Rin, Meno y Weser—, la propia sede de la Alianza Atlántica o almacenes de suministros y equipos estadounidenses, asegura el autor.
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No obstante, existía un peligro real de que las fuerzas convencionales fallaran. En caso de que las tropas se vieran superadas por el enemigo, la OTAN tenía 'un plan B', aunque era mucho menos prometedor para el futuro la humanidad.
"Si las fuerzas convencionales no eran capaces de detener la posible invasión del Pacto de Varsovia, la OTAN disponía de una amplia gama de armas nucleares tácticas, como bombas submarinas nucleares o misiles de crucero que podían ser lanzados desde tierra así como misiles Pershing II. La Alianza tenía suficientes armas nucleares para detener un ataque encabezado por la Unión Soviética, pero el uso de este tipo de armamento habría iniciado un ciclo de represalias nucleares y contrarrepresalias difíciles de detener. El uso de armas nucleares tácticas probablemente llevaría al uso de armas nucleares estratégicas… y al final de la civilización humana", concluye el artículo.