La obra de Shirreff se basa, no obstante, en una idea errónea, asegura Roger Boyes.
"Está claro que en Europa del Este existen zonas potenciales de tensión. El Kremlin no se quedará parado en caso de un cambio de régimen en Bielorrusia. Pero nada de eso conducirá a una guerra con la OTAN", reflexiona el periodista.
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Un futuro conflicto bélico que sí debería preocupar a Occidente es el que podría desencadenarse en el otro extremo del mundo, en el mar de la China Meridional, advierte Boyes. Pekín está construyendo allí unas islas artificiales. Además, según algunos informes, el Ejército chino ha desplegado misiles antiaéreos en las islas Paracelso.
Una de las rutas comerciales más importantes para el desarrollo chino podría ser la que se abrirá gracias al deshielo ártico, considera Boyes. Así Pekín podría llegar más rápido a los mercados europeo y americano para reforzar su papel exportador.
Washington continúa abonado a la idea de que su flota no debe ceder ante nadie. Sin embargo, la alianza ruso-china podría suponer un desafío a esta férrea postura de EEUU. De momento, los estadounidenses están contentos con el aumento de sus fuerzas navales. No obstante, este concepto puede resultar una simple ilusión, alerta el periodista.
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China muestra cada vez más un aparente desprecio respecto a EEUU: hace poco un caza suyo sobrevoló un avión de exploración norteamericano. Pekín ignoró la petición del G8 de abstenerse de provocaciones, tachando esta reclamación de una injerencia inadmisible.
"Existe solo una manera sensata de tratar a una potencia que va ganando fuerza: consiste en mostrarle respeto y darle el derecho de pronunciarse, siempre que siga las reglas del sistema internacional. Hay que contener a China con ayuda de las alianzas de EEUU con Japón y Corea del Sur. Occidente está interesado en no dejar a China tomar el camino hacia la guerra", concluye Boyes.