En ese pequeño estado al sur de la Ciudad de México, "los familiares de personas desaparecidas encuentran ahora fosas clandestinas que las autoridades ocultaban", dice el defensor humanitario, pocas horas después de la exhumación del primer cadáver.
Morelos, vecino del convulso Guerrero —estado plantado con miles de hectáreas de amapola—, al sur de la Ciudad de México, fue un paraíso turístico vecino de la megalópolis, gracias al clima de su capital provincial, Cuernavaca, bautizada como la "ciudad de la eterna primavera", donde la clase política y empresarial capitalina tiene sus casas veraniegas.
La Comisión Independiente también pidió al primer gobernador de izquierdas en Morelos, Graco Ramírez (2012-2018), que exija al Gobierno federal de Enrique Peña que "se abran también los cuarteles militares, porque también hay una lista de desaparecidos por razones políticas".
Fiscales bajo la lupa
Forenses de la Fiscalía General de Morelos trabajan en el lugar donde fueron inhumados en forma clandestina hasta 150 cuerpos, bajo vigilancia de ONGs defensoras de DDHH.
El caso fue investigado por la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, integrada por organismos defensores de familias de desaparecidos, que suman más de 26.000 en todo el país desde 2008 a la fecha, según cifras oficiales.
Finalmente la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) confirmó que el caso era parte de un "frecuente descubrimiento de fosas clandestinas".
"El deterioro de Morelos ha sido de los más notorios" por ser uno de los estados con una precaria industria agrícola, donde el turismo se concentra en ciudades emblemáticas como Cuernavaca, Cuatla y Tepoztlán.
De 1,7 millones de habitantes de Morelos, unas 800.000 personas viven en pobreza, casi la mitad del total de su población, un retrato a escala del deterioro de todo el país latinoamericano.
Corredor turístico arrasado
Ese estado al sur de la Ciudad de México, y vecino del convulso Guerrero, "durante las últimas dos décadas, ha sido arrastrado por la violencia, desde la era del gobernador Jorge Carrillo Olea", un general encargado de la lucha contra el narco en la década de 1990.
"La escalada de violencia actual comenzó cuando se descubrió que dentro de las mismas instituciones de procuración de justicia existían vínculos con bandas de secuestrados, y el ex gobernador fue destituido por una fuerte presión social y un juicio político", recuerda el experimentado defensor humanitario.
Durante las siguientes dos administraciones del Partido Acción Nacional (PAN, centroderecha), la violencia empeoró: "no hubo reducción de la violencia, comenzamos a notar de manera contundente la operación del narcotráfico", describe Palma.
Finalmente, "la Marina descubrió la principal guarida de cartel de los hermanos Beltrán Leyba en el centro de Cuernavaca", donde el capo mayor de la familia, Arturo, fue abatido en diciembre de 2009.
El delito de secuestro, extorsiones y las desapariciones de personas se disparó, hasta ocupar el quinto lugar nacional de 32 estados de la federación mexicana con esos delitos.
En la última década, prosigue Palma, se convirtió en uno de los dos estados, junto con el Estado de México que rodea la capital, en "decretarse una alerta por violencia de género, con 633 feminicidios registrados, aún vigente".
Ahora, Morelos es el estado menos pacífico de México, solo después del Guerrero, y más violento que Sinaloa y Michoacán, estados que dieron nombres a carteles de la droga, de acuerdo con el Índice de Paz México 2015 vía el Instituto para la Economía y la Paz.