Moon Ribas, una coreógrafa y activista catalana del movimiento ciborg, se implantó en el brazo un pequeño chip que vibra cuando se produce un terremoto —por muy sensible que sea- en cualquier parte del mundo, lo que le permite extender y aumentar sus sensaciones. Al incorporar el chip a su cuerpo, Ribas siempre mantiene comunicación con el planeta y expresa sus nuevas sensaciones transformando las ondas magnéticas que genera el chip en los movimientos de su danza.
Además, Ribas es la cofundadora de una organización llamada Cyborg Foundation — Fundación Ciborg, en español — que tiene como objetivo principal promocionar que las personas se conviertan en ciborgs, defender sus derechos y prestar ayuda a aquellos que ya han dado el paso hacia la conversión.
"Me considero ciborg porque tengo cibernética en mi cuerpo, me siento unida a la cibernética no solo físicamente sino también mentalmente", ha afirmado Ribas.
"Cuando hubo el terremoto en Nepal, me sentía como si estuviera allí porque yo también notaba el terremoto, pero al mismo tiempo estaba muy lejos", ha recordado Ribas.
Sin embargo, no todos los terremotos perjudican a las personas. Según la activista, la mayoría de ellos —el 99%- no hacen daño a nadie. "No siempre que noto unas vibraciones hay gente que sufre", ha asegurado.
La tecnófila ha añadido que su objetivo es ampliar su conciencia y profundizar en sus sensaciones, para lo cual es muy importante tener un chip en el cuerpo. De esta manera, desarrollar nuevos sentidos deja de ser una tarea complicada.
"Si te lo vas quitando y poniendo, se convierte en solo información", ha afirmado Ribas.
La bailarina catalana ha reconocido que tener un chip en su brazo es como tener dos latidos de corazón —el suyo propio y "el de la tierra, que va a su propio ritmo"-, lo que la ayuda a sentirse "más unida a la naturaleza y entender mejor dónde vivimos".
"Ahora no solo sé que el planeta es un organismo vivo sino que lo siento", ha dicho la activista.
Para Ribas el ‘ciborguismo' es un arte. Dado el hecho de que solo su cuerpo es capaz de sentir las sensaciones provocadas por los terremotos, inventa diferentes maneras de compartirlas con otras personas, como la danza, la pintura y la escultura.
"De esta manera comparto las sensaciones que nacen dentro de mí", ha explicado la bailarina.
Así, con la organización Cyborg Foundation, la bailarina quiere promover el ‘ciborguismo' como movimiento social y artístico.
Además, con amigos de Londres tiene planeado inaugurar una empresa donde "la gente podrá comprar sentidos e implantárselos". El primero será la percepción del Norte. Para ello será necesaria la implantación de un chip que envía vibraciones cuando la persona está orientada hacia el norte. Así, los más valientes podrán encontrar su "propia manera de percibir el mundo".
La misma Ribas tiene un par de pendientes que vibran al detectar el movimiento alrededor de la bailarina. Esto permite a la activista ciborg sentir cuándo se le acerca alguien desde cualquier dirección o cuándo algo se mueve a su alrededor.
La artista tiene la certeza de que la tendencia de convertirse en ciborgs irá en aumento, ya que "las generaciones venideras ya no tienen perjuicios" a diferencia de las generaciones mayores, que tienen impuesta por las películas de ciencia ficción la idea de que la unión entre los humanos y la tecnología es peligrosa.
"Somos los que decidimos cómo debe ser la unión", ha concluido Ribas.
Nacida en Mataró, España, Ribas estudió en Barcelona, Londres y Amsterdam, y ahora reside en Nueva York con su amigo Neil Harbisson, un daltónico, que se insertó un dispositivo electrónico para ‘colorear' su vida.
"Me gusta ir cambiando de sitio y aprender cosas en cada sitio donde estoy. La gente me inspira mucho", ha afirmado la bailarina.