El VII Congreso del Partido del Trabajo de Corea, que ha durado tres días —desde el 6 hasta el 9 de mayo—, ha llegado a su punto final con una manifestación en la plaza central de la capital norcoreana —la plaza de Kim Il-sung—.
La presencia del mandatario explica las enormes medidas de seguridad. Los periodistas extranjeros, por ejemplo, solo obtuvieron el permiso para entrar en el recinto después de una inspección minuciosa de su equipamiento y pertenencias.
Los participantes de la marcha saludaron a Kim Jong-un al grito de "¡Manse!" —‘10.000 años de vida' y ‘¡Viva!' en coreano—, que se repitió muchas veces a lo largo de la jornada. Sin embargo, el discurso fue pronunciado por el presidente de la Asamblea Suprema del Pueblo —el parlamento norcoreano—, Kim Yong-nam.
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Durante su intervención, el mandatario destacó la importante contribución al fortalecimiento de la ideología del país, basada en sus propias fuerzas, gracias a la cual, según el político, el PTC convertirá a Corea en "un paraíso en la Tierra" y una potencia desarrollada a pesar del contrapeso constante de EEUU.
A las 7.00 de la tarde, la misma plaza albergó un concierto, y con la puesta de sol llegó otro desfile, esta vez con antorchas.
"Solo Dios sabe cómo lograron alcanzar este sincronismo y la falta de errores. Nuestros guías nos aseguraron que los estudiantes no pasaron mucho tiempo preparando el espectáculo ya que tuvieron que estudiar también. Nos explicaron que los incultos no pueden convertir su país en el paraíso", ha explicado el reportero de Sputnik.