El pasado domingo, 1 de mayo, el enviado especial de las Naciones Unidas para Yemen, Ismail Ould Cheikh Ahmed, se vio obligado a aplazar indefinidamente un encuentro entre las partes, después de que los hutíes decidieran boicotearlo protestando por un bombardeo de la provincia de Saná por la coalición árabe.
Yemen es escenario de violentos enfrentamientos entre los rebeldes hutíes y los partidarios del expresidente Alí Abdalá Saleh, por una parte, y las fuerzas leales al presidente legítimo, Abdo Rabu Mansur Hadi, por otra, a las que apoya desde marzo de 2015 una coalición de países del Golfo Pérsico y de África del Norte liderada por Arabia Saudí.
El conflicto armado provocó el pasado año unos 6.400 muertos y más de 30.000 heridos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) que menciona también la cifra de 2,5 millones de desplazados internos y más de 20 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria.
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Las negociaciones directas entre las partes en conflicto bajo la mediación de la ONU empezaron en Kuwait en abril de 2016.